Lo reconozco: mi relación con Amaral ha tenido sus más y sus menos. Puedo decir que descubrí a este dúo en su primer disco (1998) en un directo en Astorga que me conquistó (con Rosita como himno). Una pequeña parte del mundo (2000) fue para mí la confirmación de lo que intuía. Y Estrella de mar (2002) la confirmación para el resto del mundo, lo que supuso mi desencanto. No porque sea una gafapasta que gusta de la música de unos pocos, sino porque fue un desgaste brutal de sus canciones en la radio minuto sí, minuto también. Así que Pájaros en la cabeza (2005) y Gato negro, dragón rojo (2008) fueron el distanciamiento, pero siempre con una cosa clara: son uno de los grupos de mayor calidad que tenemos por estos lares.
Con su último álbum ha llegado la reconciliación. Y es que esta canción es para mí, estos días, la banda sonora de mis días.
Letra:
Estaríamos juntos todo el tiempo
Hasta quedarnos sin aliento
Y comernos el mundo, vaya ilusos.
Y volver a casa en año nuevo.Pero todo acabó y lo de menos
es buscar una forma de entenderlo.
Yo solía pensar que la vida es un juego
Y la pura verdad es que aún lo creo.[estribillo]
Y ahora sé que nunca he sido tu princesa
Que no es azul la sangre de mis venas
Y ahora sé que el día que yo me muera
Me tumbaré sobre la arena
Y que me lleve lejos cuando suba… la marea.Por encima del mar de los deseos
Han venido a buscarme hoy los recuerdos
de los días salvajes, apurando
el futuro en la palma de nuestras manos.[estribillo]
Siete años les llevó al cantautor King Creosote y al as de la música electrónica, Jon Hopkins, parir Diamond Mine (2011).
Este año parece ser el de las divas del indie. Aspecto frágil pero con voces llenas de fuerza como es el caso de Lana del Rey, Birdy, o nuestra protagonista de hoy. Y es que 2012 ha visto la consagración de esta neoyorkina con su tercer trabajo: Tramp. Un disco avalado con muchas colaboraciones de peso como son las de Zach Condon (Beirut), Jenn Wasner (Wye Oak), Matt Barrick (The Walkmen) y el inestimable apoyo de Aaron Dessner (The National).
Con sólo un álbum en el mercado (Sigh No More, 2009), este cuarteto londinense ha cardado la lana y se ha ganado merecidamente su lana. No hay como escuchar su single debut y descubrir la calidad de su música. Eso sí, no se han librado del puritanismo americano, que les obligó a retirar en algunas versiones para la radio la palabra fuck de su estribillo.
Los que rondáis por aquí con asiduidad, ya sabréis que soy fan de